Son las primeras que se perciben al aplicar una fragancia. Ligeras y volátiles, suelen incluir cítricos, frutas o hierbas. Su función es crear una primera impresión, aunque duran solo unos minutos.

Ejemplos comunes: limón, bergamota, toronja, menta, lavanda.

Aparecen cuando las notas de salida se disipan. Son el cuerpo de la fragancia y definen su carácter principal. Duran más tiempo y equilibran la composición.

Ejemplos comunes: jazmín, rosa, canela, durazno, ylang-ylang.

Son las últimas en aparecer y las que más tiempo permanecen en la piel. Aportan profundidad y fijación a la fragancia con notas cálidas e intensas.

Ejemplos comunes: vainilla, ámbar, pachulí, sándalo, almizcle.